Productos financieros hay muchos. Las entidades financieras y los bancos han diseñado un producto para cada necesidad que puedan tener sus clientes. Entre esta gran variedad, encontramos la línea de crédito permanente, descrita habitualmente como un colchón financiero que puedes usar cuando lo necesites, y por el que solo pagas cuando lo usas.
La línea de crédito permanente, también conocida como cuenta de crédito o préstamo permanente, es una línea de financiación en donde la entidad financiera coloca a tu disposición un límite de dinero para que, cuando lo necesites, puedas disponer de él, parcial o totalmente. Esto implica que siempre tendrás un dinero disponible y que puedes retirarlo en importes pequeños o en su totalidad.
Estos instrumentos financieros son similares a las tarjetas de crédito, pues dispones de una cantidad de dinero pero no tienes la obligación de utilizarlo. Además, solo pagas por el dinero dispuesto.
Las líneas de crédito permanente son consideradas un colchón económico muy útil para financiar imprevistos, compras o cualquier eventualidad, sin tener que dar explicaciones a la entidad financiera de para qué usas este dinero.
En general, las líneas de crédito permanentes son muy usadas por empresas y autónomos, pues les permite atender pagos sin tener la liquidez necesaria. Por ejemplo, permite que las empresas puedan honrar sus compromisos de nómina o pagos con proveedores, mientras esperan que sus clientes salden las deudas pendientes.
Los autónomos también se ven beneficiados, pues tienen un saldo extra para cumplir compromisos o pagar el IVA trimestral mientras que se hagan efectivos los ingresos pendientes.
Si tu entidad financiera te ha aprobado una línea de crédito permanente y has dispuesto de esa cantidad total o parcialmente, deberás ir devolviéndolo en cuotas más un interés, que oscila de acuerdo al pactado con tu entidad. Dependiendo el caso, también puede originar comisiones por su utilización y por las primas de los seguros asociados a la operación.
También se paga un interés, mucho más pequeño, solo por tener la cuenta abierta con la línea de crédito aprobada.
Los préstamos tradicionales funcionan de manera distinta a las líneas de créditos permanentes. En los préstamos, se solicita una cantidad concreta de dinero y se establece la forma y el plazo de su devolución, tanto del capital prestado como de los intereses y las comisiones de la operación.
En una línea de crédito, tienes el saldo en tu cuenta y vas usando lo que necesites hasta la fecha del vencimiento del capital. En este plazo, la entidad financiera cobrará los intereses y las comisiones en función del saldo que hayas dispuesto y del tiempo que lo hayas tenido.
En cuanto a la renovación de estos dos instrumentos financieros, en el caso del préstamo, no existe posibilidad de renovarlo, sino que se va pagando en función al plazo acordado hasta que, al llegar la fecha de vencimiento, la deuda quede saldada.
En las líneas de crédito permanente, la línea de crédito puede ser renovada al terminar su plazo, que usualmente es de un año.
En el préstamo, se pagan los intereses por la totalidad del préstamo otorgado. En la línea de crédito, se paga un interés pequeño por el saldo dispuesto en la cuenta y por la cantidad usada.
Ventajas:
Desventajas