Cuando solicitamos créditos uno de los aspectos que más tenemos en cuenta es el plazo y la cuota que tenemos para reembolsarlos. Por eso, es importante que sepas qué tipo de créditos a plazos podemos conseguir y cómo afectará el plazo que escojas al coste mensual y total que abonarás.
En función de la situación en la que nos encontremos, nos puede resultar más conveniente solicitar créditos con plazos extensos, es decir, de hasta varios años, o créditos que podamos reembolsar cuanto antes. De hecho, uno de los factores que mayor influencia tendrán a la hora de tomar esta decisión es el importe que solicitemos . Si, por ejemplo, contratamos un préstamo de 50.000 euros, es prácticamente imposible que podamos reembolsarlo al cabo de uno o dos meses. En cambio, si pedimos créditos de pequeños importes, podremos reembolsarlos cuanto antes.
Si necesitamos préstamos de grandes cantidades, probablemente, nos resultará más cómodo escoger plazos de varios meses o, incluso, años. Dentro de esta categoría podemos incluir a los créditos rápidos y préstamos personales. A continuación, explicamos cómo es cada uno de estos instrumentos financieros:
En función de nuestras necesidades económicas, nos convendrá más solicitar un producto u otro. Si, por ejemplo, necesitamos el capital para realizar una reforma, comprar un vehículo o cursar unos estudios, nos resultará más adecuado solicitar préstamos personales con plazos extensos. En cambio, si lo que necesitamos es un extra de liquidez en un momento puntual, los créditos rápidos pueden ser una buena elección.
Si necesitamos una cantidad de dinero pequeña, seguramente no será necesario seleccionar un plazo de reembolso de más de dos o tres meses. En estos casos, además de los créditos que nos pueda conceder el banco, también podemos recurrir a los microcréditos, que son préstamos de plazos cortos que permiten obtener entre 50 y 1.000 euros. La contratación de estos productos es totalmente online y su concesión es muy rápida, de unos pocos minutos. Asimismo, no suelen incluir comisiones y sus requisitos son mucho más laxos (en muchos casos no hay ni que justificar la finalidad para la que pedimos el dinero).
Pero estos productos tienen una particularidad que siempre debemos tener en cuenta: su precio es más elevado que el de otros créditos, pues el riesgo asumido por los prestamistas es mayor. Este coste más alto se explica también por el propio servicio que se da, pues al estar pensados para solventar problemas puntuales que requieren de una respuesta rápida, no pueden costar lo mismo que los préstamos bancarios de altos importes que pueden devolverse en varios años.
Pero ojo, cada vez son más los prestamistas que buscan diferenciarse del resto, debido a la gran competencia que ha surgido. Para conseguirlo, algunos lanzan promociones muy atractivas como la posibilidad de obtener un descuento, los planes amigos o, en el mejor de los casos, la ausencia de intereses en el primer microcrédito.
Si nos decantamos por los créditos a largo plazo, hay que saber que los intereses de los préstamos se generan sobre la cantidad solicitada durante todo el tiempo que se tarda en reembolsarla. Por lo tanto, si el plazo es largo, se devengarán más intereses, así que al final acabaremos pagando más dinero. Así, prolongar el período de amortización nos permitirá pagar unas cuotas más bajas, pero a cambio de incrementar el precio total del producto.
Es decir, cuanto más largo sea el plazo que seleccionemos, más tendremos que pagar en intereses, aunque la cuota mensual nos suponga un menor esfuerzo económico. Eso no significa, sin embargo, que debamos devolver el dinero en muy poco tiempo, pues eso aumentaría el riesgo de caer en el impago y de sufrir las consecuentes sanciones por demora.
Por ello, es aconsejable elegir un período de amortización con el que podamos pagar unas cuotas adaptadas a nuestro nivel adquisitivo y que, a la vez, nos permita reembolsar el préstamo a plazos en el menor tiempo posible para que no se generen intereses de más. En ese sentido, los expertos recomiendan no dedicar más del 35% de nuestros ingresos totales a la devolución de los créditos a plazos.