Una de las grandes ventajas del sistema de minicréditos online es la rapidez. Los préstamos de pequeñas cantidades de dinero se aprueban en cuestión de minutos, por lo general, en 24 horas como máximo dependiendo de la entidad financiera. Los plazos de aprobación deben tenerse en cuenta según la urgencia con la que necesitemos el efectivo. Si necesitamos dinero rápido podremos tener préstamos hasta al instante.
Las compañías que se dedican a conceder este tipo de productos financieros lo hacen en 5-10 minutos. La respuesta nos llegará tras el análisis de nuestra solicitud en un intervalo de 10 a 15 minutos, dependiendo de la entidad. En relación al ingreso del dinero en nuestra cuenta las financieras ejecutan el trámite tan pronto como reciben nuestra conformidad con las condiciones del contrato. En este sentido, el dinero puede tardar en estar disponible en nuestra cuenta de 24 a 48 horas.
El coste de estos préstamos tiene una media del 1,1% diario, es decir, si pedimos 300 euros, se generarán 99 euros de intereses que deben ser devueltos con el capital en 30 días.
Como son cantidades pequeñas que deben ser devueltas en un mes, la TAE no llega a ser una referencia de su coste. Esto se debe a que la TAE es una tasa anual y no refleja el coste diario. La TAE es una clara referencia del coste de los productos financieros que son anuales, pero para los minicréditos que deben pagarse en un mes, no es un valor indicativo del coste.
Al no pedirse requisitos ni condiciones demasiado exigentes, muchos de los créditos rápidos se suelen otorgar sin necesidad de tener un aval o una nómina y en algunos casos la primera solicitud de préstamo puede resultar gratis (sin intereses).
Uno de los grandes miedos que tenemos al pedir un crédito es qué nos podría pasar si, por cualquier circunstancia, no fuéramos capaces de reembolsar el dinero a tiempo. Si no abonamos puntualmente cada cuota, lo más probable es que salgamos muy perjudicados con las sanciones aplicadas por la entidad financiera en caso de demora.
El impago de un crédito siempre supone una serie de problemas para el deudor y, aunque variarán en función del tipo y del importe de la deuda, nunca resulta agradable.
Ante cualquier dificultad que pueda surgir cabe preguntarse si es aconsejable dejar de pagar un crédito. Rotundamente no. Ante las dificultades económicas, hay personas que se plantean no abonar la cuota de un préstamo y utilizar ese dinero para otros menesteres. Sin embargo, desde el momento en el que nos demoremos, se iniciará un proceso que irá incrementando la deuda poco a poco y que, en caso de dilatarse, puede derivar en consecuencias muy graves.
Ante el impago de una sola cuota del crédito las entidades proceden de la siguiente manera:
Una vez entrados en el terreno judicial, lo que suceda dependerá mucho del tipo de crédito que hayamos solicitado, así como del importe. Por ejemplo:
Si el crédito impagado es un préstamo personal que hemos solicitado, ya sea un crédito rápido concedido por una entidad privada o por un banco, la cosa puede ser más seria, puesto que lo más seguro es que el banco emprenda acciones legales contra nosotros. Teniendo en cuenta que en un préstamo personal la garantía son todos nuestros bienes presentes y futuros, tenemos mucho que perder. El juez podría ordenar el embargo de nuestra vivienda, coche, cuentas, nómina o cualquier bien que considere necesario expropiar para saldar la deuda. Si además tenemos avalistas, estos también están sometidos de igual modo a la responsabilidad sobre la deuda.